lunes, 12 de noviembre de 2012

Estrella Romero Gallardo

JACINTA

Jacinta, mi vecina, salió a barrer como todas las tardes.
Su pelo dorado también era rizado. Tenía la tez pálida. Sus ojos eran negros. Su nariz era pequeña , pero sus labios aún más. Llevaba un pantalón, una camiseta y su delantal azul. No era muy alta. Llevaba sus zapatillas de mercadillo.

Era ruidosa y desordenada.
No me caía bien.

En lo alto de la cuesta había un hombre con una capucha , se dirigió a Jacinta. Escuché su conversación :
-Hola - dijo el hombre - ¿Cómo estás?
-Hola, al fin vienes – le contestó Jacinta – Pues bien, pero enfadada.
-¿Y eso?
-Es que hay mucho calentamiento global y la gente no se mentaliza.
-Suele pasar. Por ejemplo, no hacen nada contra el maltrato animal.
-No lo hacen contra la violencia de género, ¿lo van a hacer contra los animales?
-Triste, pero cierto.
En un descuido, el hombre sacó un anillo de compromiso.
¡Le pidió matrimonio a Jacinta, y ella aceptó!
Qué alegría, al fin se iba aquella mujer.