miércoles, 21 de noviembre de 2012



Rafa  Ortega  Simón
El caracol cani
El caracol tenía una gorra hacia detrás, un pendiente con una cruz, el caparazón con grafitis, una camiseta blanca de tirantes, una Harley y siempre estaba fumando.
Tenía un vecino, era un hormigón, el hormigón armado.  Este iba todos los días al gimnasio, estaba superfuerte, pero tenía un defecto, no le gustaba la música que oía el caracol, los 40 subnormales.
Siempre le decía que si ponía esa música iba a hacer con él una sopa de caracol.
Un día el caracol se compró unos altavoces muy grandes para escuchar la música que le gustaba. Puso un altavoz en el balcón y otro en el patio y puso la radio con su emisora favorita.
El hormigón estaba haciendo abdominales cuando, de repente, escuchó la música del caracol. Como odiaba esa música llamó por teléfono a sus compañeros del gimnasio y fueron a la casa del caracol. Cuando el caracol se asomó al balcón y vio todo ese ejército de hormigones armados hasta los dientes se asustó y cogió la moto, pero la moto estaba sin gasolina. 
Entonces, de repente, escuchó a todos los hormigones pedir auxilio salió al balcón y se llevó una gran sorpresa. Su amigo el oso hormiguero, se estaba comiendo a todos los hormigones. Cuando terminó de comerse a los 500 hormigones, el caracol cani le dio las gracias a su amigo y se pusieron a celebrarlo con música de los 40 subnormales.
Colorín colorado, este cuento cani se ha acabado.