miércoles, 13 de noviembre de 2013



Natalia Valdivia
La sartén patosa
La sartén patosa era muy patosa, como su nombre indica. Ella tenía un piercing en su mango y sus labios eran gordos, llenos de tomate. Sus ojos eran como dos platos, con churretones de maquillaje por todos sitios.
Le gustaba tanto freír chuletas que los niños, al salir del colegio se las tenían que meter en los bolsillos para que no se las quitaran.
La sartén era patosa para todo, excepto para el tenis. Era una jugadora olímpica.
Fue a participar en un campeonato. El estadio estaba en Mediapanilla, justo al lado del aeropuerto.
Los participantes eran Rafa Nadal, Joko, Falete y ella. Cuando estaban jugando, Falete tropezó y cayó encima de la sartén. Se le rompió el mango y por lo tanto, ya no podía jugar bien.
Entonces llamó a su amigo (el bate de beisbol) y estuvieron persiguiendo a Falete por todo el estadio; hasta que Falete paró, después de adelgazar cinco kilos. Lo acorralaron en una esquina y le estuvieron pegando hasta que se quedó como un fideo; aunque con algunos moratones. Falete daba saltos de alegría porque había adelgazado mucho y se le había quedado muy buen tipo.